Aún recordamos como si hubiese sido ayer, las bellas, memorables y lúcidas Minervalias, que se celebraban en este querido pueblo.
Como advertirán algunos que tengan una edad de más de sesenta otoños, aquellas fiestas eran para estimular a los niños, como imitación de la Diosa Minerva que encarnaba la sabiduría de la antigua Grecia: en cada latitud, cabecera o municipio se elegía a la reina o sea la diosa Minerva — como digo anteriormente — la niña quinceañera más bella y sencilla, que por elección ganara el concurso, era investida con el honroso título de la Diosa Minerva. Vestida de oropeles, encajes, y organdíes era presentada con música de galas.
Previamente se le erigía un templo rústico en un sitio situado a dos o tres cuadras de casa del centenario Francisco Maldonado, camino a Coatepeque. Allí concurría el pueblo en masa para la premiación de los alumnos distinguidos en los exámenes finales. Es de reconocer, porque lo recordamos con frescura, que no solo los alumnos notables eran estimulados en esa fecha magna: también recibíamos premios sencillos, pero que nos envanecían, los niños que como el que esto escribe, nunca merecimos calificaciones relevantes: siempre nos quedamos a la zaga de méritos, no tuvimos suerte, el cerebro nunca nos fue pródigo ni fecundo, sin embargo participamos de aquellas festividades con esa espontaneidad, con ese júbilo, con esa inocencia de la edad infantil, cuando todo es alegría, entusiasmo, con los uniformes de dril y la sonrisa en los labios …”
Volviendo al tema de la educación pública en el recién creado municipio de San Diego en los albores del recién pasado siglo XX, algunas personas que estudiaron hasta el tercer grado de primaria con los docentes ya mencionados en el artículo anterior, recuerdan de lo riguroso de la enseñanza y el control que maestros y autoridades hacían de los alumnos para evitar la vagancia, siendo los padres de familia recriminados fuertemente para que controlaran a sus hijos y evitar así la deserción escolar.
Quienes asistieron a las escuelas públicas, adquirieron sólidos conocimientos de acuerdo al refrán de que “la letra con sangre entra”, sin derecho a protestar por los padres, lo cierto es que se ponía mucho énfasis en matemáticas, idioma y valores cívicos y morales.
La gran ventaja para los docentes de ese tiempo fue la escasa asistencia de alumnos, ya que a pesar de verse obligados a atender hasta tres grados, la población escolar era muy reducida.
Se recuerda también, el apoyo de parte del estado, con libros de lectura y cuadernos, que aunque en mínima parte, favoreció el buen desarrollo de la enseñanza-aprendizaje.
Esos años fueron la época de la pizarra, el pizarrín y su respectiva almohadilla, únicos y valiosos útiles escolares que tenían que aportar los padres de familia.
La doble jornada, mañana y tarde, más la obligada asistencia del sábado, permitían al maestro cumplir a cabalidad el programa de estudios, para esperar tranquilamente el fin de año, cuando procedentes de la cabecera departamental, hacía acto de presencia la terna examinadora, para la evaluación final, en forma oral.
Gratos recuerdos dejaron en los habitantes de El Quetzal los primeros docentes, por su entrega y vocación, aunque con el correr de los años sus nombres quedarán en el olvido, con el paso de las nuevas generaciones.
Han desfilado en la silla municipal, un buen número de vecinos, en su mayoría quetzalenses, a algunos se les recuerda gratamente por su buen desempeño en obras y acciones en beneficio de los habitantes tanto del casco urbano como de las comunidades rurales, mientras que a otros se les atribuyen acciones deleznables y en muchos casos ridículas en el ejercicio de sus funciones, debido a su casi nula preparación para desempeñar decorosamente el cargo.
De esa cuenta se comenta jocosamente de un alcalde muy dado a hacer uso de la palabra con un lenguaje “cantinflesco” en actos públicos, principalmente fuera del municipio, que ponía en vergüenza a la comitiva que le acompañaba, también se recuerda de un alcalde que solo sabía firmar, otro que en los actos cívicos le daba por soltar las bombas voladoras, alguien más que en plena sesión abandonó el despacho para ver caer en el campo de fultbol un helicóptero cuando en ese tiempo era la novedad, lo peor del caso es el episodio muy conocido de un alcalde y su secretario que fueron citados a la Gobernación Departamental pero que se presentaron en un estado total de borrachera, lo que provocó que el Gobernador ordenara se les llevara en la palangana de un pick-up para dejarlos abandonados en las orillas de la ciudad.
El supuesto mal manejo de los fondos constitucionales decretados a favor de las municipalidades a partir de 1985, la mala calidad y los altos costos de la obra municipal ha dado lugar a una continua confrontación entre grupos de vecinos inconformes y autoridades, lo cuál en cierta forma detiene la obra municipal y como consecuencia de ello el progreso del municipio.
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