jueves, 6 de diciembre de 2012

UN MOMENTO DRAMATICO EN MI VIDA CHICACAO 1930


“Conserve el recuerdo del perfume de la rosa y facilmente olvidarás que esta marchita”. “El recuerdo de una rebelión contra el olvido, que es una ley. 

Promediaba el año 1930. Fue en un día del mes primaveral de Mayo. Principiaba a trabajar como jefe de la oficina de correos y telegrafos de chicacao, fecunda zona de Pamazan, emporio de más de ciento cincuenta fincas que a la razón ese municipio correspondia juridiccionalmente al departamento de Solola. El que esto escribe, tenia apenas 25 años si la memoria no me es infiel. Juventud plena, aunque ya había sufrido un dolor intenso e incomparable en mi corazón: la muerte de mi primavera compañera de hogar: Isidra Cifuentes y Cifuentes: ojos negros y profundos y mejilla como duraznos en su más purpurino color y sabor. Hoy goza de su reposo infinito en alguna parte de la ciudad de lo ignoto. Bendita sea. Recuerdo que mis alimentos me los proporcionaba en el hotel López, propiedad de doña Cándida Valdéz V. de lópez, quien hoy ya goza de la serenidad perdurable y la que me acogio en su casa como a un hijo y me dedico lo más precioso de sus atenciones y UN MOMENTO DRAMATICO……(CONT.). prioridades. Pero, he aquí el instante emotivo y memorable que deseo resaltar. Un día domingo, como plato especial para sus abonados, doña Cándida ordenó se nos sirviere carde de marrano en estoñado, suavemente enchilado. Todos los comesales degustamos aquel plato confruición. Lo sentimos riquisimo y original por lo suavemente sasonado. Cuando hube terminado de saborear el almuerzo, ya apurando el atolito de maíz, espeso, asomó por la cocina mi generosa doña Cándida y se dirigiío sonriente a mi mesa para interrogarme amablemente Emilio, ¿Le gustó el estofado? Me gustó tanto, doña Cándida le respondí que hubiese dado cualquier sacrificio por haber convidado a mi madre ausente de esta riquisima comida… Doña Cándida poseída de honda euforia y acercandose a mi modesta persona, me dijo: Emilio, que Dios lo bendiga, y dandome un abrazo, también me prodigaba un beso prolongado en mi frante. Yo senti una rara e inconcebible confunción. Me reclinó sobre mis propios brazos y me embroque como alucionado sobre la mesa… no se que tiempo permanecí en esa posición tálvez diez minutos. Cuando me incorporé, más de una lágrima se desprendía de mis ojos. Vi absorto a mi alrededor. Enfrente al poeta y Licenciado, don Flavio Herrera, esencia y presencia un hombre completo, el autor de “El Tigre” y otras obras poéticas y literariasy dueño entonces, de una preciosa finca en las goteras de Chicacao, que si mal no recuerdo se llama:”Bulbuxu”. Fui testigo, Emilio me dijo del momento de hondo dramatismo que usted ha vivido con la inspiración de doña Cándida. Espero poder escribir en un libro futuro,este bello pasaje de su vida íntima. Sin hablarle una sola palabra, me despedí del auténtico poeta, tomé mi sombrero rumbo a la oficina. El cielo hacia gris, iluminando tan solo por el zig-zags de los relampagos que anunciaban una fortísima lluvia. Mi corazon se llenaba de un ambiente de placidez y el recuerdo de mi madre en la lejanía, vibraba en mi mente como un faro luminoso e inextingible. Esta crónica lo escribio llena de realismo, a los cuarenta y ocho años de haberla vivido, como un recuerdo a mis familiares y generaciones futuras.

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