sábado, 8 de diciembre de 2012

EL PADRE LORENZO UN “CANADIENSE-QUETZALENSE” QUE NO OLVIDAREMOS. RECONOCIMIENTOS A SUS HERMOSAS JORNADAS DE TRABAJO EN PRO DEL MUNICIPIO.
Por: Dr. Benjamín Ruiz Carlos.


El hombre apareció en el pueblo como aparece el verano en los montes lentamente, poco a poco. Porque lentamente el humilde sintio el calor que emanaba de aquel sacerdote alto, de complexión fisica delgado esparció su sonrisa en los caminos y montes del pueblo, que supieron de su andar rápido y pisada firme. El Quetzal, así se llama el pueblo de Guatemala que escogió para ejercer su apostolado, está rodeado de montañas y de joyadas color verde esmeralda, las cuales surcadas por rios, semejan poesía de sol y de luz, El Quetzal, es poema de montañas y de cerros . El cielo azul transparente, se junta con el verde lejano mar, formando un solo fragmento. L a vida en el pueblo se ofrece bella y sorprendente, en cualquier recodo, en cualquier esquina… Aquí ejercía el sacerdote el ministerio de su religión catolica cristiana. Cuando lo conocimos lo llamamos cura con cierto aire despectivo en nuestras palabras. Sin embargo, al marcharse del pueblo lo despedimos con un respetuoso ¡Hasta pronto, Padre Lorenzo!.

El sacerdote realizó el milagro de hacer que mi ipinión sobre su iglesía cambiara positivamente. Aquel religioso obro con palabras y acciones. Abondonó la comodidad de su hogar Canadá para compartir el dolor con los necesitados del balsamo de la fé. Tenía el don de crear en el espacio y en el tiempo. Vivió con nosotros intensamente,ofreciendo la caridad y la comprensión a sus hermanos, los humildes, los pobres. En poco tiempo de convivir con la gente del pueblo, ellos los pobres y sencillos peones del campo lo sintieron suyo.

El padre Lorenzo fue fecundo, como ninguno, en la creación de obras para servicio del pueblo. La iglesía y la casa parroquial al principio de su misión.

Posteriormente edificó de tal modo que la enseñanza y el aprendizaje se acrecentaron. Se da albergue en el edificio al Instituto Básico del pueblo. Existe una casa de la Cultura que funciona en su propio teatro, amplio en sus dimenciones. Bajo su dirección se construyeron casas para particulares y en puente en Aldea Chibuj que demuestra por su originalidad, su capacidad creadora. Apoyó la enseñanza y la capacitación del obrero y del campesino, devolviendo con ello la dignidad perdida en cualquier cafetal de los humildes. Al Padre Lorenzo se le puede llamar, sin falsa modestia, el mas fecundo de los quetzalenses.

Porque eso fue el religioso: Un quetzalense de los que aman de veras al pueblo que los ha cobijado en su seno.

Su trayectoria entre nosotros fue limpia y pródiga para el municipio, sin discusión alguna. Sin objecciones. Ahora bien: ¿Qué hicios nosotros para apoyarlo en sus luchas y afanes para superarnos? NADA. SÍ, nada.

Parece imposible de creer pero, nuestro benefactor solo encontró escollos en su camino. No se le comprendió. Escasos de visión y cortos de entendederas, como si nuestros ojos llevaran tapaderas a los lados y arriba. Para mirar solo el suelo y asi evitarnos el enfrentamiento a toda la realidad del momento.

Ahora que las pasiones talvez se han enfriado, meditemos y reflexionemos sobre el ejemplo que nos proporciona el siguiente hecho: el sacerdote adquirió tierras para aumentar las dimensiones fisicas del pueblo, beneficiandonos o beneficiando a numerosos familias necesitadas, sin descriminaciones, en cambio nuestras pasadas autoridades municipales han negociado el patrimonio del municipio irresponsablemente, sin reparar aparentemente en el daño que se le hace a la comunidad. ¿QUIEN NOS ENTIENDE VERDAD?.

jueves, 6 de diciembre de 2012

“LAS FIESTAS MINERVALIAS EN EL QUETZAL


Aún recordamos como si hubiese sido ayer, las bellas, memorables y lúcidas Minervalias, que se celebraban en este querido pueblo. 

Como advertirán algunos que tengan una edad de más de sesenta otoños, aquellas fiestas eran para estimular a los niños, como imitación de la Diosa Minerva que encarnaba la sabiduría de la antigua Grecia: en cada latitud, cabecera o municipio se elegía a la reina o sea la diosa Minerva — como digo anteriormente — la niña quinceañera más bella y sencilla, que por elección ganara el concurso, era investida con el honroso título de la Diosa Minerva. Vestida de oropeles, encajes, y organdíes era presentada con música de galas. 

Previamente se le erigía un templo rústico en un sitio situado a dos o tres cuadras de casa del centenario Francisco Maldonado, camino a Coatepeque. Allí concurría el pueblo en masa para la premiación de los alumnos distinguidos en los exámenes finales. Es de reconocer, porque lo recordamos con frescura, que no solo los alumnos notables eran estimulados en esa fecha magna: también recibíamos premios sencillos, pero que nos envanecían, los niños que como el que esto escribe, nunca merecimos calificaciones relevantes: siempre nos quedamos a la zaga de méritos, no tuvimos suerte, el cerebro nunca nos fue pródigo ni fecundo, sin embargo participamos de aquellas festividades con esa espontaneidad, con ese júbilo, con esa inocencia de la edad infantil, cuando todo es alegría, entusiasmo, con los uniformes de dril y la sonrisa en los labios …” 

Volviendo al tema de la educación pública en el recién creado municipio de San Diego en los albores del recién pasado siglo XX, algunas personas que estudiaron hasta el tercer grado de primaria con los docentes ya mencionados en el artículo anterior, recuerdan de lo riguroso de la enseñanza y el control que maestros y autoridades hacían de los alumnos para evitar la vagancia, siendo los padres de familia recriminados fuertemente para que controlaran a sus hijos y evitar así la deserción escolar. 

Quienes asistieron a las escuelas públicas, adquirieron sólidos conocimientos de acuerdo al refrán de que “la letra con sangre entra”, sin derecho a protestar por los padres, lo cierto es que se ponía mucho énfasis en matemáticas, idioma y valores cívicos y morales. 

La gran ventaja para los docentes de ese tiempo fue la escasa asistencia de alumnos, ya que a pesar de verse obligados a atender hasta tres grados, la población escolar era muy reducida. 

Se recuerda también, el apoyo de parte del estado, con libros de lectura y cuadernos, que aunque en mínima parte, favoreció el buen desarrollo de la enseñanza-aprendizaje. 

Esos años fueron la época de la pizarra, el pizarrín y su respectiva almohadilla, únicos y valiosos útiles escolares que tenían que aportar los padres de familia. 

La doble jornada, mañana y tarde, más la obligada asistencia del sábado, permitían al maestro cumplir a cabalidad el programa de estudios, para esperar tranquilamente el fin de año, cuando procedentes de la cabecera departamental, hacía acto de presencia la terna examinadora, para la evaluación final, en forma oral. 

Gratos recuerdos dejaron en los habitantes de El Quetzal los primeros docentes, por su entrega y vocación, aunque con el correr de los años sus nombres quedarán en el olvido, con el paso de las nuevas generaciones.

Han desfilado en la silla municipal, un buen número de vecinos, en su mayoría quetzalenses, a algunos se les recuerda gratamente por su buen desempeño en obras y acciones en beneficio de los habitantes tanto del casco urbano como de las comunidades rurales, mientras que a otros se les atribuyen acciones deleznables y en muchos casos ridículas en el ejercicio de sus funciones, debido a su casi nula preparación para desempeñar decorosamente el cargo. 

De esa cuenta se comenta jocosamente de un alcalde muy dado a hacer uso de la palabra con un lenguaje “cantinflesco” en actos públicos, principalmente fuera del municipio, que ponía en vergüenza a la comitiva que le acompañaba, también se recuerda de un alcalde que solo sabía firmar, otro que en los actos cívicos le daba por soltar las bombas voladoras, alguien más que en plena sesión abandonó el despacho para ver caer en el campo de fultbol un helicóptero cuando en ese tiempo era la novedad, lo peor del caso es el episodio muy conocido de un alcalde y su secretario que fueron citados a la Gobernación Departamental pero que se presentaron en un estado total de borrachera, lo que provocó que el Gobernador ordenara se les llevara en la palangana de un pick-up para dejarlos abandonados en las orillas de la ciudad. 

El supuesto mal manejo de los fondos constitucionales decretados a favor de las municipalidades a partir de 1985, la mala calidad y los altos costos de la obra municipal ha dado lugar a una continua confrontación entre grupos de vecinos inconformes y autoridades, lo cuál en cierta forma detiene la obra municipal y como consecuencia de ello el progreso del municipio.

UN MOMENTO DRAMATICO EN MI VIDA CHICACAO 1930


“Conserve el recuerdo del perfume de la rosa y facilmente olvidarás que esta marchita”. “El recuerdo de una rebelión contra el olvido, que es una ley. 

Promediaba el año 1930. Fue en un día del mes primaveral de Mayo. Principiaba a trabajar como jefe de la oficina de correos y telegrafos de chicacao, fecunda zona de Pamazan, emporio de más de ciento cincuenta fincas que a la razón ese municipio correspondia juridiccionalmente al departamento de Solola. El que esto escribe, tenia apenas 25 años si la memoria no me es infiel. Juventud plena, aunque ya había sufrido un dolor intenso e incomparable en mi corazón: la muerte de mi primavera compañera de hogar: Isidra Cifuentes y Cifuentes: ojos negros y profundos y mejilla como duraznos en su más purpurino color y sabor. Hoy goza de su reposo infinito en alguna parte de la ciudad de lo ignoto. Bendita sea. Recuerdo que mis alimentos me los proporcionaba en el hotel López, propiedad de doña Cándida Valdéz V. de lópez, quien hoy ya goza de la serenidad perdurable y la que me acogio en su casa como a un hijo y me dedico lo más precioso de sus atenciones y UN MOMENTO DRAMATICO……(CONT.). prioridades. Pero, he aquí el instante emotivo y memorable que deseo resaltar. Un día domingo, como plato especial para sus abonados, doña Cándida ordenó se nos sirviere carde de marrano en estoñado, suavemente enchilado. Todos los comesales degustamos aquel plato confruición. Lo sentimos riquisimo y original por lo suavemente sasonado. Cuando hube terminado de saborear el almuerzo, ya apurando el atolito de maíz, espeso, asomó por la cocina mi generosa doña Cándida y se dirigiío sonriente a mi mesa para interrogarme amablemente Emilio, ¿Le gustó el estofado? Me gustó tanto, doña Cándida le respondí que hubiese dado cualquier sacrificio por haber convidado a mi madre ausente de esta riquisima comida… Doña Cándida poseída de honda euforia y acercandose a mi modesta persona, me dijo: Emilio, que Dios lo bendiga, y dandome un abrazo, también me prodigaba un beso prolongado en mi frante. Yo senti una rara e inconcebible confunción. Me reclinó sobre mis propios brazos y me embroque como alucionado sobre la mesa… no se que tiempo permanecí en esa posición tálvez diez minutos. Cuando me incorporé, más de una lágrima se desprendía de mis ojos. Vi absorto a mi alrededor. Enfrente al poeta y Licenciado, don Flavio Herrera, esencia y presencia un hombre completo, el autor de “El Tigre” y otras obras poéticas y literariasy dueño entonces, de una preciosa finca en las goteras de Chicacao, que si mal no recuerdo se llama:”Bulbuxu”. Fui testigo, Emilio me dijo del momento de hondo dramatismo que usted ha vivido con la inspiración de doña Cándida. Espero poder escribir en un libro futuro,este bello pasaje de su vida íntima. Sin hablarle una sola palabra, me despedí del auténtico poeta, tomé mi sombrero rumbo a la oficina. El cielo hacia gris, iluminando tan solo por el zig-zags de los relampagos que anunciaban una fortísima lluvia. Mi corazon se llenaba de un ambiente de placidez y el recuerdo de mi madre en la lejanía, vibraba en mi mente como un faro luminoso e inextingible. Esta crónica lo escribio llena de realismo, a los cuarenta y ocho años de haberla vivido, como un recuerdo a mis familiares y generaciones futuras.

UN OCASO DE SOL INOLVIDABLE EN EL QUETZAL



Escribe: Emilio Reina Barrios 

Esto sucedió en un mes de noviembre del 78. En un viaje de descanso y recreación, fastidiado del trajín capitalino, me caminé hacia mi tierra El Quetzal, del departamento de San Marcos, 238 kilometros de la capital, vía pacífico. Se llega a Coatepeque y de allí enfilamos al norte, rumboa El Quetzal: carretera con sus supremos encantos de una vegetación exoberante: cafetos florecientes con esa flor blanquisima como la sonrisa de un niño recien nacido panoramas de infinita belleza, pájaros revolteando llenaban el aire con sus dulces cantos, murmullos de ríos como el Naranjo y otros atractivos. En mi gira me acompañaba un buen amigo y viejo colega Telegrafista Tomas Bruno Galicia. Arribamos a mi amado pueblecito, 20 kilometros a Coatepeque que hacia el norte, a las 17: hrs. (cinco de la tarde), pues hubimos de caminar a pié dos kilometros por falta de camionetas directas. Se celebraba las fiesta titular, entre el 9 y 13 de noviembre. Los detalles de estas festividades, pueden imaginarse: chinamas, juegos de tiro al blanco, loterías con sus conocidos trucos, cadenas de ebrios de todas clases sociales que obstruian el paso, exclamado desaforados gritos de euforia… 


Fue el día 11 del mismo mes. A eso de las 17 hrs. Nos acercamos a un sitio dominante, contiguo al palacio municipal, cuando le dije a mi amigo Galicia: ¿Contemplaremos la caida del sol? Ni modo me respondio Tomas. Serían a las 17 y 30 minutos cuando lentamente, graciosamente, comenzo el firmamento a teñirse de colores, celajes y arreboles, color naranja, azul turquesa y divinos e inefales rocicleres: la policromía era maravillosa, casi indescriptible. No sentimos que transcurriese el tiempo. El astro Rey se achicaba con lentitud y el colorido en el firmamento cobraba un conjunto de tonalidades distintas. El sol, ya casi invisible por su pequeñez diriase un caramelo en miniatura, parecia sumergirse en dirección del señado y bello puerto de Ocos. Algo sorprendente y emotivo. En realidad, pocas veces habiamos adorado un espectáculo que la naturaleza nos regala. Interrogue a mi amigo si aquí en la capital, el habia contemplado un ocaso del sol. No medijo porque en la metropoli solo andamos de prisa y miramos siempre hacia abajo, como los cerdos y casi nunca alzamos los ojos al cielo. Nos retiramos del lugarcito predominante y pletoricos ambos de emociones exquisitas, nos detuvimos en el bar apacible y acogedor de Beto Expinoza, para saborear una deliciosa “indita”, con entremeses de limonsito rociado de sal…¡Que rico!. Solo nos faltaba la presencia de una dama comprensiva, amante de lo bello y lo espiritual, proclive al amor y al sueño y divina en su sique y esta bella dama es: MIRNA CEBALLOS para que nos hiciese más patetico el instante… Dios habrá de darnos una ocasión propicia para que ella capte todos los encanos de occidente… Retornamos al día siguiente a Coatepeque para volver a Guatemala, pero en nuestra mente vibraba lo incomparable de aquel ocaso astral que nunca, jamás echaremos al olvido.

martes, 4 de diciembre de 2012


EL QUETZAL DE ANTAÑO
El antiguo parque de El Quetzal, bordeado de palmas y cipreses con sus callejuelas de tierra y grama, en el centro una pila y un acceso cementado hacia la primera iglesia católica construida de madera, con su campanario al centro es la estampa que permanece en la memoria de las generaciones quetzalenses de los años treinta en adelante del siglo XX.
En la actualidad el parque no presenta mayores atractivos y la feligresía católica tiene planificada la remodelación del templo actual de estilo europeo.
En la gráfica los vecinos Luis Godínez y Anacleto Martínez, fieles católicos que le sirvieron a su religión en el cuidado del templo.  

jueves, 29 de noviembre de 2012

MARÍA ROSARIO: LAS ROSAS Y LAS DALIAS




“Tu creación es bella, Oh Watainewa, pero, ¿por qué existe la muerte? 

(De un “lamento” de los yamanas. Tierra del fuego.) 
Dedicado a Angelita, mi esposa y a Gladys Mérida, por su apoyo. 

Me veo, como en una proyección de una película en blanco y negro, con ella. En una mano lleva una linterna y con la otra me guía a través del jardín. Tengo talvez seis años y ella es joven y bella. Nos baña una luz tenue de luna blanca que se pierde entre las hojas y las flores de las plantas, sembradas en el baldío tras la casona de madera, grande e imponente con su amplio corredor lleno de macetas – unas sobre el piso, otras colgantes—con flores coloridas y plantas ornamentales que se ven, a esa hora (nueve de la noche), fantasmales, iridiscentes, inefables y casi mágicas. 

El motivo de caminar por el jardín a esas horas de la noche es para exterminar a los zompopos, que cortan puntualmente las hojas y las flores de las plantas y “no se porqué m´ijo, prefieren los rosales y las dalias que me gustan”. Ella habla de sus rosas y sus dalias blancas, rojas, rosadas y lilas, multicolores bajo las estrellas centellantes. Siento una felicidad inerrable, junto a ella, mi madre, y se que esos momentos de ensueño se transformarán más tarde en imágenes, en recuerdos que me acompañaran el resto de mi existencia. Así lo percibo. 

La escena se desvanece lentamente y aparece ahora, a sus noventa y cuatro años de edad, con su salud quebrantada. Son tantos años de lucha tenaz, valiente e imagino su angustia al enviudar de mi padre –yo tenía trece años de edad--, su soledad y desesperación al pensar en el futuro de sus hijos, nueve en total, para sacarlos adelante en la vida. No entiendo porqué ellos, mis padres, confiaron en el estudio como la herramienta indispensable para que sus hijos lograran un mejor nivel de vida. Mantener esa propuesta en ese provincialismo exultante, rural, de pueblo cafetalero, era difícil, como nadar contra la corriente. Era la época de la ruralidad conservadora y donde el muchacho debe trabajar muy temprano en la vida, en el corte de café, en la limpia de cafetales. Pero ellos no, nuestros hijos deben estudiar, decían, y lo expresaban a otras personas. 

Divaga mi mente, sin embargo la realidad me la muestra con ese rictus de sufrimiento en el rostro. Es como una escena irreal, inefable y dolorosa. Ella siempre fue valiente, me digo, voluntariosa. Recuerdo entonces la obligación religiosa de levantarse temprano, en la alborada y barrer el área de la casa que nos correspondía y luego a caminar a la escuela del pueblo, mi inolvidable escuela. Más tarde, terminaba la escuela primaria y en parte la infancia y luego viajamos a San Marcos y a Xela, a estudiar a los institutos públicos, el INMO y el INVO. 

Ella lucha para darnos mejores oportunidades, se sacrifica hasta el límite, para pagar la estancia de sus hijos en esos pueblos y lleva, al mismo tiempo, la impronta dolorosa de mi padre. Educar a los hijos significa costo y el dinero fluye de la tienda, las costuras y la pequeña finca. La tienda está ubicada frente al parque, grande y espaciosa, con sus mostradores de madera y sobre ellos frascos de vidrio que contienen dulces, galletas, abajo el azúcar y la sal, que vende por libras y a un lado el gas, necesario en ese tiempo para alumbrarse con candiles en las casas más humildes. 

Arriba y a los lados hay anaqueles que poseen gavetas con el nombre del producto que contienen: pepitoria, alhucema, anís, pimienta negra y de castilla, clavo, canela, ajonjolí. A la par el estoraque, las candelas amarillas, blancas, rojas y negras. Por la noche, infatigable costura de blusas de atoyac y yo estoy a la par, con sueño de niño, pero presiento que a ella le gusta que la escuche mientras cose con su vieja máquina Singer. El niño conoce el corazón de los adultos. Y habla entonces de su lucha porque sus hijos mayores estén bien, aunque lejos y ella que qué bueno es Haroldo, que ayuda y apoya el estudio de sus hermanos, 


... gracias a Dios, que ilumine a mis hijos que como estará Hugo Leonel y yo, sentado a la par suya, en el banco, asiento con la cabeza, adormilado y ella acostate m’ijo, tengo que terminar estas costuras y yo, no mama, quiero estar aquí con usted. El ruido de la máquina Singer me arrulla , sedante, tierno. Temprano en la mañana y hay que atender la tienda, el molino de nixtamal y las penas del pago de los mozos de la finca María del Rosario, la limpia, el corte y el desombrado del café, la venta del producto en Coatepeque y ella que como estará tu hermana Gladys y tu hermana Tere y que gracias a Dios tu hermano me ayuda para que ustedes estudien, esa es mi pena, pobre m’ijo. Siempre me acompaña el recuerdo de esas noches a su lado, ella en su máquina de coser y yo sentado escuchando que qué bueno que Ileana y Mirtala ganaron su grado, que como me quieren, m’ijo, y yo asintiendo con la cabeza. Pienso que así aflora la angustia de ganar el pan de cada día para esa mesa tan numerosa. 

Ella tiene mucha fortaleza, mucho amor para darle vida a sus hijos y yo a su lado, así lo entiendo. Porque, como dije, los niños conocen el corazón de los adultos. Esas noches con mi madre transcurren silenciosas, furtivas ……como lágrimas y paraísos perdidos. 

Ahora que estoy contigo, de nuevo, madre, sufres la agonía. Los años han pasado y se que caminas a tu Edén, a tu propio paraíso, mientras yo solo soy lágrima silenciosa, estupor, nostalgia y desarraigo. 

Y de vacaciones madre, nos trasladamos a la finquita para ayudar en el trabajo de campo. Usted, Ileana, Mirta y yo, por dos meses, y mis hermanos mayores, los varones trabajando fuera del pueblo, en otros lugares y mis hermanas en la casa frente al parque, para cuidar los pequeños negocios suyos. ¡Que maravillosas vacaciones, madre, a su lado! Fortalece el espíritu el trabajo de campo: me levanto temprano y con usted recogemos los huevos del gallinero, limpio los patios, junto a los peones vaciamos las casillas llenas de café para darle sol y buscar su punto. Por la tarde, estamos ocupados en el despulpe del fruto, rojo, rutilante. Y usted que ojala que estén bien mis hijitas en el pueblo, que como las extraño, que tenemos que cuidar bien la cosecha para salir de deudas y así iniciar el otro año, porque te vas a Quetzaltenango, ya lo dijo tu hermano, y yo, triste porque las vacaciones se acortan día con día y ya no podré pescar en el río Chisná, ni buscar cangrejos en los riachuelos. Pero así es la vida. Estudiar siempre fue prioridad para mis padres. Y más tarde Vera, Ivonne y yo, en la capital, estudio Medicina y las cosas han cambiado para mí, la facultad es otro mundo y la universidad otro estilo de vida. 

Y la recuerdo siempre trabajando, madre, talvez por la necesidad de darle oportunidades a sus hijos o quizás porque el trabajo para usted significaba esfuerzo, metas que alcanzar y ejemplo para nosotros. O las dos cosas. Y junto uno a uno los pedacitos de la ida que se escapan del recuerdo y los ato poco a poco, hasta llega a comprender que el esfuerzo fue grande y difícil. Siempre la veo allí, inexpugnable, impertérrita, ante las interrogantes insolubles que plantea la existencia, sin desfallecer un solo momento. Vivir con usted fue como jugar al azar y ganar siempre, apostando con la suerte de nuestro lado y hoy, al dejarnos, el rictus de dolor en su rostro cambia por una sonrisa, dulce silenciosa, para siempre. El ser humano común de pronto se encuentra en la vida, pasa por ella, y luego muere. Usted no, madre, usted dejó huellas. 


Dr. Benjamín Ruiz Carlos 

Mazatenango, Such.

COMENTARIOS VARIOS


Desde España a Guatemala

VALENCIA, 15 de febrero de 2009


Hace meses, nuestro amigo  Juanjo no invitó a escribir unas líneas en vuestra publicación, y la verdad es que me es muy difícil expresar lo que siento desde la distancia , pues llevamos años oyendo hablar de Guatemala, de San Marcos, y de El Quetzal.
Nosotros somos una familia afortunada, pues yo trabajo como profesor en un Instituto, mi mujer es médico en un hospital de nuestra ciudad, y nuestro hijo acaba de cumplir los 14 años y se está convirtiendo en una persona que ya comprende las grandes desigualdades entre los pueblos y las muchas injusticias que encontramos en el mundo.
Cuando nuestro hijo Guillermo tomó la 1a. Comunión hace algunos años, le propusimos la idea  de que en lugar de regalos, le pidiese a los invitados, que colaborasen con el dinero que pudiesen aportar,  para mandarlo a algún lugar en donde hiciese más falta que aquí, y ahí apareció entonces nuestro amigo Juanjo, quien nos sugirió la posibilidad de montar un parque infantil, que llevaría su nombre y en el que pudieran disfrutar los niños y niñas de El Quetzal, pues los niños deben crecer como niños y ser un poquito felices todos los días, y allí fue a parar esa aportación para hacer posible el sueño de tener parque.
Ese parque lleva el nombre de Guille Uríos, pese a que debería llevar el nombre de todos los que ayudaron  a construirlo  convirtiendo ese sueño en una bella realidad.
No por ello dejamos  de sentir una gran ilusión viendo a los niños y niñas jugando en él, subidos a los columpios , y con esas  sonrisas de felicidad.
Por todo ello nos sentimos aún más más unidos a El Quetzal, y les mandamos todo nuestro afecto desde España, desde nuestra casita junto a la playa, hasta el altiplano guatemalteco .. Y solo quedamos con la esperanza de tener algún día la oportunidad de poder disfrutar de ese parque parroquial junto a todos  ustedes.
Un fuerte abrazo para toda la comunidad de El Quetzal desde este rinconcito del  Mediterráneo.
Con todo nuestro cariño
                    Guille,   Lola   y   Quique


En diferentes ocasiones, personas entusiastas han tenido la idea de establecer grupos culturales, de entretenimiento y de servicio social.
Se recuerda muy gratamente, al club juvenil Destroyer que además de actividades deportivas, organizó veladas culturales y promovió otras de beneficio social, que fueron bien recibidas por el vecindario.
Mención especial merece el grupo Scout No. 1 de El Quetzal, cuya gráfica aparece al inicio, que agrupó en su seno a niños y jóvenes en las sanas actividades del scultismo, sobresaliendo por el entusiasmo y disciplina que manifestaban en las actividades que desarrollaron.           






Por los senderos del recuerdo  ...
Benjamín Rodrigo Ruiz Rodríguez
                          
   (1901—1959)



En la historia de El Quetzal, San Marcos, debe quedar grabado para la eternidad el nombre de uno de sus hijos que dejó huella imborrable durante su estancia terrenal.
Fallecido a la edad de 58 años, sirvió a su municipio como pocos quetzalenses lo han hecho.
Hijo menor del matrimonio formado por Nicolás Ruiz Sánchez y Teresa Rodríguez Muñoz de Ruiz, honorables vecinos fundadores de este municipio que anteriormente se conoció como caserío “Rancho El Naranjo”.
Imbuido de auténtico civismo y profundo amor al terruño inculcado por sus padres, “Don Mincho Ruiz”, como fue conocido en todo el municipio,  en sus funciones de empleado como tesorero municipal y receptor fiscal y como funcionario al ejercer como Alcalde Municipal y Juez de Paz en varios periodos, su desempeño fue transparente buscando la superación y desarrollo del querido  terruño, lo que le valió el reconocimiento de sus conciudadanos. 
Como padre de familia, junto a su esposa María del Rosario Carlos de Ruiz, el más preciado legado para sus hijos fue, con gran sacrificio, proporcionarles una carrera profesional.
Sirvan estas líneas para mantener vigente la  memoria y el recuerdo de un ciudadano probo y padre ejemplar.






                                 

lunes, 26 de noviembre de 2012

CELEBRACIONES NAVIDEÑAS


Las festividades de fin de año, nos traen a la memoria nuestro pasado histórico en lo que se refiere a las celebraciones y tradiciones, cuando los antiguos pobladores no estaban tan fragmentados como en la actualidad en sus creencias religiosas.

Aunque lejanas en el tiempo, pero no en el corazón, aún se recuerdan las posadas que a partir del dieciséis de diciembre, recorrían las empedradas calles del pueblo, con una nutrida participación de niños, jóvenes y adultos.

En algunas ocasiones la posada era recibida en las afueras del pueblo,  el recorrido era efectuado con toda confianza, ya que se vivía en un ambiente de seguridad y tranquilidad.
Con el correr de los años esta tradición católica fue perdiendo asistencia, principalmente de niños, debido a la proliferación de sectas protestantes que tratan de desacreditar y desaparecer tradiciones que llevan un sano mensaje y que son motivo de gozo espiritual principalmente para la niñez.

Lejos están, aunque no perdidas, las Nochebuenas que además de celebrarse en el seno del hogar, se extendían hacia las familias amigas del pueblo, en una demostración de sincera hermandad y compartimiento de los principios cristianos inculcados por nuestros padres.
Que en esta noche-buena, renazcan las demostraciones de fraternidad y solidaridad que distinguieron a nuestros antepasados

ANTIGUAS LEYENDAS DE EL QUETZAL


 Cuentan que hace mucho tiempo cuando nuestro “pueblo símbolo” no contaba con el servicio de agua entubada, los vecinos se veían en la necesidad de  ir a un nacedero acondicionado para baño que se encuentra entre los cafetales de la finca El Naranjo y que aún en la época seca mantiene suficiente agua. 

Además de utilizarlo para darse el refrescante baño, las señoras lavaban allí la ropa de la familia. Y cuentan los vecinos que a sus antepasados en determinadas horas del día se les  aparecía un gallito que cantaba incansablemente y cuando alguien  pretendía atraparlo, se alejaba cantando a lugares inaccesibles y lejanos; esta leyenda aún está vigente, y hay personas que aseguran haber visto y escuchado al misterioso gallito cantor, lo que despierta curiosidad, principalmente en los niños, lo que hace  creer que este lugar está encantado.

Colaboración de Milgen Orozco



El Cadejo  


En mi época de estudiante, diariamente al anochecer, acompañado de un primo y un amigo, me encaminaba hacia la finca Finca El Matasano donde residían nuestras novias y en una ocasión, nos sucedió algo espantoso que les relataré a continuación:

Eran alrededor de las siete de la noche cuando emprendimos nuestro diario recorrido rumbo a la finca antes mencionada, a la que llegamos media hora más tarde y cada uno se fue con su respectiva patoja, quedando en reunirnos dos horas más tarde.

Llegada la hora convenida para retornar al pueblo, mi primo no apareció. Aburridos de esperarlo pensamos en hacerle una broma ya que él, mi primo, es muy miedoso. Al salir del casco de la finca había una cadena y un cafetal bastante cerrado, allí nos escondimos, hasta el momento que el primo nos comenzó a silbar, y como no le contestábamos emprendió veloz carrera, posiblemente por el miedo a la creencia que en ese camino, según cuentan, espantan frecuentemente.

Al convencernos que se había venido, salimos de nuestro escondite y nos venimos para nuestras respectivos hogares, caminando y caminando llegamos al crucero de la finca, pero no lo alcanzamos, caminamos más de prisa, cuando de repente escuchamos pasos que venían en nuestra dirección, muy nerviosos percibimos ruidos de chiribiscos que se quebraban y ramas de matas de café que se desgajaban, comenzamos a caminar más despacio, tratando de escuchar mejor los ruidos.

Cuando llegamos a la entrada de “Limonares”, distinguimos una sombra que se cruzó a un lado de nosotros, en ese momento sentimos un escalofrío y se nos pesó el cuerpo, de repente apareció una camioneta que venía hacia el pueblo, le hicimos señal de parada pero no se detuvo, intentamos colgarnos y no pudimos.

Luego comenzamos a correr y de nuevo observamos la sombra en el cafetal y nos sobresaltamos más, por fin, dos vueltas abajo alcanzamos la camioneta, que se había detenido por desperfectos.

Seguimos corriendo y más adelante cerca del cementerio del pueblo, al percibir que ya no nos perseguían nos detuvimos para orinar, pero repentinamente sentimos un aire escalofriante a nuestro alrededor, llevando tremendo susto cuando vimos la gran sombra convertida en un perro grande de color negro con algo que le brillaba y lo arrastraba en las patas, pegué un grito y sin darme cuenta ya estaba en el otro lado de la carretera agarrado de una mata de café, en eso venía la camioneta y unos señores iban para la finca y al iluminar la camioneta, el bulto desapareció como si nada.

Asustados corrimos hacia el pueblo, dejando de hacerlo en el cruce conocido como “La Cuchilla” del cantón La Independencia, allí nos esperaba mi primo llorando de miedo porque le había salido el mismo perro y nos contó que lo había arrastrado hacia el cementerio, pero para su buena suerte en ese lugar se encontraba gente haciendo una cajuela, salvándose de la persecución del Cadejo.

Aunque no creía en estas historias de espanto y terror que cuentan nuestros mayores, ahora por experiencia propia se que son reales. Desde esa sobrecogedora experiencia subíamos a El Matasano, una vez a la semana en grupos de diez a doce jóvenes, a visitar a las chicas motivo de nuestros amores de esa bella época estudiantil.

Si usted no me cree .….. ¡Ojala que nunca se les aparezca el abominable cadejo …..

EL HOMBRE QUE SE ATREVIÓ AVIVIR A SU MANERA


Dedicado a mi padre, Benjamín Rodrigo Ruiz Rodríguez,  “El Serio”

Dr. Benjamín Ruiz Carlos


Esta es la historia, querida familia, de un hombre que dejó su huella en este mundo y a quien ahora, es la hora de reconocer sus méritos, de saber sus defectos y de darle valor a sus virtudes. Esta es la hora, queridos amigos, de saber que aquel ser que se fue de este mundo hace ya muchos años, era una persona sumamente interesante. Cuando tu partida hacia los arcanos profundos se hizo inevitable, cuando tu caminar por el universo comenzó, después de tanto sufrimiento asimilado en tu cuerpo y en tu alma, yo que soy parte y descendencia de tus sueños de hombre justo, tenía alrededor de doce años.



Aquel tres de mayo no entendí a cabalidad la noticia espantosa, que me dieron familiares cercanos y amigos de tus amigos, sobre tu agonía. Es hora, entonces, de darle a conocer a los escépticos del mundo que en lugares pequeños y rurales, en ese tiempo que tu viviste, se producían historias inconmensurables, donde el amor a la familia no se demostraba con arrumacos, peor aún con mensajes de texto ni correos electrónicos a través de las computadoras, porque en ese tiempo de tu vida la tecnología estaba en pañales. Sin embargo existían otros valores que redundaban en una ética y moral que orientaban el resto de nuestra existencia. Yo caminé contigo, a tu lado y observé con ojos de niño ese ceño fruncido, herencia de siglos que nos dejaste, ese andar rápido y deseoso de llegar a su destino, que era la pequeña labor que tú hiciste con tus propias manos. 

El camino polvoriento llenaba las costuras de nuestros zapatos y observé el sudor en tu ropa campesina, a través de los rayos erráticos y deslumbrantes del sol del trópico. Quiero que sepan, familiares y amigos de mi entorno, que ese hombre luchó para que nosotros fuéramos mejores que él, ese hombre se fajó con el mundo rural de entonces, para darnos educación, a pesar del escepticismo que sobre ese tema tenían sus amigos. Yo lo recuerdo con el cigarro en los labios y claro, nadie es perfecto, en ocasiones celebrando con licor festividades inventadas por su imaginación prodigiosa. Y es que nadie alcanza la perfección en este mundo, señores, la conducta humana a veces se somete a leyes del azar, aún en estos grandes hombres. Porque para mí, ahora lo comprendo, tú eras un gran hombre, sencillo campesino que deja huellas de filosofía, porque tu estudiabas por tu cuenta en libros que permanecían cuidadosamente conservados en el baúl situado en el tapanco de la casa de madera, que guardo como bello recuerdo en lo profundo de mi cerebro consciente.

Algunas veces te juzgué mal, porque no comprendía entonces la bondad de tu corazón al compartir una mesa con catorce o más comensales; no comprendí entonces la grandeza de tus sentimientos, la profundidad de tu existencia al aceptar a tu suegra, a tus cuñados y algunas veces a los hijos de tus cuñadas para ayudarles en el momento en que más lo necesitaban. Altos propósitos debió tener el Ser Supremo para hacerte iniciar el retorno a la inmensidad eterna e infinita, cuando más te necesitábamos. Porque fuiste un luchador y nosotros, tus hijos, hubiéramos sentido la fortaleza de tu compañía por un tiempo más en nuestras vidas.

A veces siento tristeza en el recóndito escondite que guarda los sentimientos de nuestra existencia pasada. Siento tristeza, padre, porque tal vez no te hemos valorado como lo que realmente fuiste para nosotros, tus hijos, nietos, bisnietos, tataranietos, tu familia. Porque, debemos reconocer que los hombres como tú, son hombres especiales que forjan su futuro y el futuro de sus descendientes sobre virtudes de honestidad y fortalezas morales que superan, francamente con creces, los defectos que puedan tener. Así ha sido siempre, padre, y gracias por haberme heredado tus genes, tus bondades espirituales y tus defectos. No está de más decirte que viviste a tu manera y aunque tarde, ¡Gracias!

sábado, 24 de noviembre de 2012

BREVE HISTORIAL DE EL QUETZAL, SAN MARCOS

El Municipio de El Quetzal, es uno de los 29 municipios que componen el departamento de San Marcos, en el Occidente de la república de Guatemala.


El municipio de El Quetzal, llamado inicialmente San Diego, fue erigido como tal, el 19 de Septiembre de 1906, siendo presidente del país el Lic. Manuel Estrada Cabrera, en respuesta a la solicitud que en ese sentido le fue presentada por influyentes finqueros cafetaleros que argumentaron que les era muy difícil hacer sus trámites de correo, telégrafo, municipales y estatales hasta la cabecera municipal de La Reforma a donde pertenecía el entonces caserío Rancho El Naranjo, y siendo que en ese tiempo estaba en auge el cultivo del café como un producto que le generaba valiosas divisas al erario nacional, dicha petición fue aceptada, y al nuevo municipio le asignaron una extensión territorial de 90 kilómetros cuadrados, desmembrados del territorio del municipio de La Reforma. 

El municipio de El Quetzal goza de una temperatura promedio de 24 grados centígrados, con algunas variantes en la parte alta colindante con el municipio de San Cristóbal Cucho y en la parte Sur colindante con el municipio de Coatepeque, Quetzaltenango y su topografía es bastante quebrada, rica en fauna y flora, y de su suelo brotan manantiales de agua para uso potable, además sus montes, quebradas y bosques están regados por riachuelos y ríos, como el Naranjo que marca el límite departamental de San Marcos y Quetzaltenango, el río Son límite municipal con San Cristóbal Cucho, los ríos Canoa y Chisná, que en parte de su recorrido sirven de límite municipal con La Reforma y desembocan en el río Naranjo, asimismo una cantidad considerable de arroyos y riachuelos, que generan la humedad y fertilidad del suelo. 

DESARROLLO: desde antes de su fundación este municipio ha sido tradicionalmente cafetalero, son numerosas sus fincas dedicadas a ese producto, destacando por su extensión y producción las fincas Oná, una de las más grandes del país y El Matasano, cuenta con los principales servicios públicos, como agua entubada, teléfonos, correos, IGSS, Centro de Salud, 

Policía Nacional Civil, Centros educativos tanto en el área rural como en la urbana, privados y oficiales desde el nivel pre-primario hasta el diversificado, Juzgado de Paz, sus edificios públicos son de construcción moderna, sus transacciones comerciales las hace principalmente con la vecina ciudad de Coatepeque 


PROBLEMÁTICA AMBIENTAL: Con la caída en el mercado internacional del precio del café, algunas fincas están haciendo el intento de abandonar el mono cultivo, por lo que considerables extensiones de cafetos y árboles de sombra necesarios para este cultivo, han sido talados, lo que constituye una deforestación por el momento moderada pero que en el futuro inmediato podría causar algún tipo de problema para el medio ambiente y que se refleja ya en el debilitamiento de las fuentes de agua, además el cultivo del maíz que se está haciendo en varias propiedades agrícolas para paliar en parte las pérdidas ocasionadas por el bajo precio del café, debilita inmediatamente el suelo, que más tarde se convierte en terreno infértil. 

A esta problemática ambiental, hay que agregar la proliferación del basureros clandestinos que en diferentes puntos del municipio están apareciendo sin que las autoridades de salud y municipales se sientan competentes para detener esta seria amenaza que atenta contra la salud de la población en general. 

Algunas fincas han tomado sus precauciones para su propios desechos sólidos pero otras enfrentan el problema que las orillas de las carreteras donde están situadas sus propiedades se vienen utilizando como botaderos clandestinos, mientras que las que colindan con el casco urbano tienen que soportar recibir la basura y otra clase de desechos que llegan a tirar los vecinos. 

Muestra elocuente de lo afirmado son los basureros clandestinos situados en propiedad privada en la calle del cantón Canadá, los situados atrás del Centro de Salud y la entrada del camino que conduce a Finca El Naranjo, la cancha municipal de Fútbol también es foco de contaminación, lo mismo que los barrancos de la finca Santa Rosalía, por estar situados en la periferia del poblado urbano. 

La cabecera municipal de El Quetzal, carece de servicio municipal de recolección de basura, por lo que los vecinos se las ingenian para salir de ella a como de lugar, ninguna municipalidad ha tratado de solucionar el problema, lo mismo que el Centro de Salud no ha podido ni siquiera evitar que la parte trasera donde están situadas sus innstalaciones, haya sido convertida en botadero de basura, y hasta la fecha se ignora si algunas de las instituciones mencionadas vayan a tomar cartas en el asunto, la Municipalidad adquiriendo un predio para basurero municipal y el Centro de Salud haciendo cumplir las leyes sanitarias.







La historia de nuestro municipio está íntimamente ligada a la de La Reforma, perteneciendo ambos a la región que se conoció con el nombre de Costa de Cucho, tierras muy fértiles cubiertas de bosques y montañas vírgenes con variedad de clima (frío, templado y cálido), las parcelas que en aquellos tiempos se cultivaban con maíz, producían cosechas asombrosas. 



Esta fertilidad del suelo llamó la atención de los pobladores de San Cristóbal Cucho y personas extranjeras, motivando que la municipalidad de Cucho accediera a las solicitudes de compra, iniciándose la venta de parcelas para ser cultivadas con caña de azúcar. 



Cuando Justo Rufino Barrios al frente de sus tropas en 1871 viniendo del sur de Comitán, Chiapas, entró a Guatemala por Cuilco, Huehuetenango, libraron la batalla de Tacaná el 4 de Mayo, pasaron por Tejutla, San Marcos, San Pedro Sac. y de allí a San Cristóbal Cucho y su Costa Grande. 



Los revolucionarios posiblemente dejaron vistas estas tierras porque después apareció el Decreto No. 170 del General Barrios, como presidente de la república, ordenando la repartición de tierras a nivel nacional, siendo los más favorecidos los amigos de Barrios, o los empleados de Jefaturas, algunos “se despacharon con la cuchara grande”, mientras otros se conformaron con pequeñas parcelas 

que después prefirieron vender a quienes proyectaron formar empresas grandes, surgiendo de esta manera las fincas dedicadas al cultivo de caña y café. 

Posteriormente, los propietarios de estas fincas tendrían un papel determinante para la creación de los nuevos municipios, primero La Reforma segregado de San Cristóbal Cucho por Acuerdo Gubernativo del 16 de Noviembre de 1888 y años después San Diego (hoy El Quetzal) segregado de La Reforma, según Acuerdo gubernativo del 19 de Septiembre de 1906. 


Como un testimonio muy ilustrativo de la actividad educativa en los primeros años de existencia de nuestro municipio, en ese entonces llamado San Diego, reproducimos parte de un artículo escrito en 1979, por el recordado quetzalense, don Emilio Reina Barrios, quien hace referencia a hechos históricos acaecidos en la época de gobierno del Lic Manuel Estrada Cabrera, quién instituyó en todo el país, las Fiestas Minervalias, con lo que pretendía demostrar su culto al saber y desviar de esa manera, el descontento de sus gobernados, por sus ansias de perpetuarse en el poder.


SITIO ARQUEOLÓGICO "SINTANÁ"
En varios escritos monográficos referentes a nuestro municipio, se ha mencionado que en su territorio, específicamente de la aldea Sintaná, se encuentra registrado un sitio arqueológico que fue investigado a principios del siglo pasado por el arqueólogo alemán Edwin M. Shook.
En el tomo II del Diccionario Geográfico de Guatemala,  obra de la Dirección General de Cartografía publicada en 1961, que es un acucioso trabajo de investigación del señor Francis Gall, y que comprende una completa información de las geonimias del territorio nacional se consigna lo siguiente que se copia textualmente:

“SINTANÁ: sitio arqueológico en juris. Mun. El Quetzal, S.M.  Explorado por Edwim M. Shook.” 

DATOS MONOGRÁFICOS DE EL QUETZAL, S.M. “MUNICIPIO SÍMBOLO”



LOCALIZACIÓN:  Pertenece a la jurisdicción departamental de San Marcos, en el occidente de la república de Guatemala, Centroamérica.

LÍMITES:  Colinda con los siguientes municipios: Al Norte con San Cristóbal Cucho, al Oriente con con Colomba, al Sur con Coatepeque y al Poniente con Nuevo Progreso y La Reforma.

FUNDACIÓN: A soliitud de los vecinos del caserío RANCHO EL NARANJO el presidente Manuel Estrada Cabrera erigió el nuevo municipio mediante acuerdo gubernativo fechado el 19 de Septiembre de 1906 con el nombre de SAN DIEGO, cambiado en 1920 por el de EL QUETZAL, ave símbolo patrio.

EXTENSIÓN TERITORIAL:  90 kilometros cuadrados.

POBLACIÓN:  22,000 habitantges, dato aproximado.

ALTURA SOBRE EL NIVEL DEL MAR  3,000 PIES.

CLIMA: sub-tropical templado.

TEMPERATURA PROMEDIO: 20 grados centígrados.

DISTANCIAS:
Hacia la cabecera departamental de San  Marcos:  42 kilómetros.
Hacia la capital de la republica:  238 kilómetros
Hacia Coatepeque: vía Chibuj 15 Kms., vía Sintaná 18 kms.
Las carreteras que cruzan el municipio son de terracería, de difícil tránsito en la época de lluvia.

TOPOGRAFÍA: Esta es sumamente quebrada, su suelo es regado abundantemente por numerosos riachuelos y ríos entre los que destacan el Naranjo y El Chisná.  Su flora y fauna es variada, propia de la bocacosta .
El municipio cuenta con varias aldeas y caseríos siendo los más importantes:
ALDEAS: Rancho Bojón, La Unión, San José Chibuj, San Francisco, Sintaná, Nueva Zelandia, Piedra Cuache.
CASERÍOS: San Francisco R.B., Los Cipreses San Juan, Juncá, El Arenal, Canoj, La Junta, El Milagro, Valle Dorado.

PRODUCCIÓN:  El producto principal es el café de exportación, catalogado entre los mejores del país, la finca Oná es una empresa agrícola de las más grandes de Centroamérica con una muy importante paroducción cafetalera.
El municipio celebra su fiesta patronal anual del 9 al 13 de Noviembre, en honor a San Diego de Alcalá.